otro de mezcla, con tal condición que la tal perra se cubriese entre las once y doce del día ó de la noche, y que fuese en lunes ó en sábado; y lo que sucedió fué que de allí á dos días se murió la perra de haíta, y el señor levantador quedó acreditado en el lugar por acertadísimo judiciario, como lo quedan todos ó los más levantadores.
—Con todo eso querría, dijo Sancho, que vuesa merced dijese á maese Pedro, preguntase á su mono si es verdad lo que á vuesa merced le pasó en la cueva de Montesinos; que yo para mí tengo, con perdón de vuesa merced, que todo fué embeleco y mentira, ó por lo menos cosas soñadas.
—Todo podría ser, respondió don Quijote; pero yo haré lo que me aconsejas, puesto que me ha de quedar un no sé qué de escrúpulo.
Estando en esto llegó maese Pedro á buscar á don Quijote y decirle que ya estaba en orden el retablo, que su merced viniese á verle, porque lo merecía. Don Quijote le comunicó su pensamiento y le rogó preguntase luego á su mono le dijese si eien tas cosas que habían pasado en la cueva de Monte sinos habían sido soñadas ó verdaderas, porque él le parecía que tenían de todo. A lo que maese Pedro sin responder palabra, volvió á traer el mono y puesto delante de don Quijote y de Sancho, dijo:
—Mirad, señor mono, que este caballero quiere saber si ciertas cosas que le pasaron en una cueva llamada de Montesinos, si fueron falsas ó verdaderas; y haciéndole la acostumbrada señal, el mono se le subió en el hombro izquierdo, y hablándole al parecer en el oído, dijo luego maese Pedro:
—El mono dice que parte de las cosas que vuesa merced vió ó pasó en la dicha cueva, son falsas, y parte verisímiles, y que esto es lo que sabe, y no