Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo III (1908).pdf/230

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 226 —

1 —Por cierto, señor gobernador, dijo el maestresala, que vuesa merced tiene mucha razón en cuanto ha dicho; y que yo ofrezco en nombre de todos los insulanos desta ínsula, que han de servir á vuesa merced con toda puntualidad, amor y benevolencia, porque el suave modo de gobernar que en estos principios vuesa merced ha dado, no les da lugar de hacer ni de pensar cosa que en deservicio de vuesa merced redunde.

—Yo lo creo, respondió Sancho, y serían ellos unos necios si otra cosa hiciesen ó pensasen; y vuelvo á decir que se tenga cuenta con mi sustento, y con el de mi rucio, que es lo que en este negocio importa y hace más al caso; y en siendo hora vamos á rondar, que es mi intención limpiar esta ínsula de todo género de inmundicia y de gente vagamunda, holgazana y mal entreteni da: porque quiero que sepais, amigos, que la gente baldía y perezosa, es en la república lo mesmo que los zánganos en las colmenas, que se comen la miel que las trabajadoras abejas hacen. Pienso favorecer á los labradores, guardar sus preeminencias á los hidalgos, premiar los virtuosos, y sobre todo tener respeto á la religión, y á la honra de los religiosos. ¿Qué os parece desto, amigos? ¿digo algo, ó quiébrome la cabeza?

—Dice tanto vuesa merced, señor gobernador, dijo el mayordomo, que estoy admirado de ver que un hombre tan sin letras como vuesa merced, que á lo que creo no tiene ninguna, diga tales y tantas cosas llenas de sentencias y de avisos tan fuera de todo aquello que del ingenio de vuesa merced, esperaban los que nos enviaron y los que aquí venimos: cada día se ven cosas nue—.