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ses palabras le he pedido que me diese siquiera ocho reales, pues sabe que soy hombre honrado, y que no tengo oficio ni beneficio, porque mis padres no me lo enseñaron ni me le dejaron; y el socarrón, que no es más ladrón que Caco, ni más fullero que Andradilla, no quería darme más de cuatro reales; porque vea vuesa merced, señor gobernador, qué poca vergüenza y qué poca conciencia; pero á fe que si vuesa merced no llegara, que yo le hiciera vomitar la ganancia, y que había de saber con cuántas entraba la romana.

1 —¿Qué decís vos á esto? preguntó Sancho. Y el otro respondió que era verdad cuanto su contrario decía, y no había querido darle más de cuatro reales, porque se los daba muchas veces; y los que esperan barato han de ser comedidos, y tomar con rostro alegre lo que les dieren sin ponerse en cuenta con los gananciosos, si ya no supiesen de cierto que son fulleros, y que lo que ganan es mal ganado, y que para señal que él era hombre de bien, y no ladrón, como decía, ninguna había mayor que el no haberle querido dar nada, que siempre los fulleros son tributarios de los mirones que los conocen.

—Así es, dijo el mayordomo, vea vuesa merced, señor gobernador, qué es lo que se ha de hacer destos hombres.

—Lo que se ha de hacer es esto, respondió Sancho: vos, ganancioso, bueno ó malo, 8 indiferente, dad luego á este vuestro acuchillador cien reales, y más habéis de desembolsar treinta para los pobres de la cárcel: y vos que no tenéis oficio ni beneficio, y andáis de nones en esta insula, tomad luego esos cien reales, y maña-