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CAPITULO LIV

Que trata de cosas tocantes á esta historia y no á otra alguna., Resolviéronse el duque y la duquesa de que el desafío que don Quijote hizo á su vasallo por la causa ya referida pasase adelante; y puesto que el mozo estaba en Flandes, adonde se había ido huyendo por no tener por suegra á doña Rodríguez, ordenaron de poner en su lugar á un lacayo gascón, que se llamaba Tosilos, industriándole primero muy bien de todo lo que había de hacer. De allí á dos días dijo el duque á don Quijote, como desde allí á cuatro vendría su contrario, y se presentaría en el campo, armado como caballero, y sustentaría como la doncella mentía por mitad de la barba, y aun por toda la barba entera, si se afirmaba que él le hubiese dado la palabra de casamiento. Don Quijote recibió mucho gusto con las tales nuevas, y se prometió á sí mismo de hacer maravillas en el caso, y tuvo á gran ventura habérsele ofrecido ocasión donde aquellos señores pudiesen ver hasta donde se estendía el valor de su poderoso brazo; y así con alborozo y contento esperaba los cuatro días, que se le iban haciendo á la cuenta de su deseo cuatrocientos siglos. Dejémoslos pasar nosotros, (como dejamos pasar otras cosas) y vamos á acompañar á Sancho, que entre alegre y triste venía caminando sobre el rucio á buscar á su amo, cuya compa-