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3191 con grande atención le había estado escuchando, dando una grave voz dijo:

—¿Es posible que haya en el mundo personas que se atrevan á decir y á jurar que este mi señor es loco? Digan vuesas mercedes, señores pastores, hay cura de aldea, por discreto y por estudiante que sea, que pueda decir lo que mi amo ha dicho; ni hay caballero andante, por más fama que tenga de valiente, que pueda ofrecer lo que mi amo aquí ha ofrecido? Volvióse don Quijote á Sancho, y encendido el rostro, y colérico, le dijo:

—¿Es posible, oh Sancho, que haya en todo el orbe alguna persona que diga que no eres tonto aforrado de lo mismo, con no sé qué ribetes de malicioso y de bellaco? ¿Quién te mete á tí en mis cosas, y en averiguar si soy discreto ó majadero?

Calla y no me repliques, sino ensilla si está desensillado Rocinante: vamos á poner en efecto mi ofrecimiento, que con la razón que va de mi parte puedes dar por vencidos á todos cuantos quisieren contradecirla; y con gran furia y muestras de enojo se levantó de la silla, dejando admirados á los circunstantes, haciéndoles dudar si le podían tener por loco ó por cuerdo. Finalmente, habiéndole persuadido que no se pusiese en tal demanda, que ellos daban por bien conocida su agradecida voluntad, y que no eran menester nuevas demostraciones para conocer su ánimo valeroso, pues bastaban las que en la historia de sus hechos se referían; con todo esto salió don Quijote con su intención, y puesto sobre Rocinante, embrazando su escudo y tomando su lanza se puso en la mitad de un real camino que no lejos del verde prado estaba. Siguióle Sancho sobre su rucio con toda la gente del pastoral rebaño, y deseosos de ver en qué paraba su