Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo III (1908).pdf/42

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 38 —

capitales, se pueden agregar algunas otras que sean justas y razonables; y que obliguen á tomar las armas; pero tomarlas por niñerías, y por cosas que antes son de risa y pasatiempo que de afrenta, parece que quien las toma carece de todo razonable discurso: cuanto más que el tomar venganza injusta (que justa no puede haber alguna que lo sea) va derechamente contra la santa ley que profesamos, en la cual se nos manda que hagamos bien á nuestros enemigos, y que amemos á los que nos aborrecen: mandamiento que aunque parece algo dificultoso de cumplir no lo es sino para aquellos que tienen menos de Dios que del mundo, y más de carne que de espíritu: porque Jesucristo, Dios y hombre verdadero, que nunca mintió, ni pudo ni puede mentir, siendo legislador nuestro, dijo que su yugo era suave y su carga iana, y así no nos había de mandar cosa que fuese imposible el cumplirla. Así que, mis señores, vuesas mercedes están obligados por leyes divinas y humanas á sosegarse.

—El diablo me lleve, dijo á esta sazón Sancho entre sí, si este mi amo no es tólogo, y si no lo es, que lo parece como un güevo á otro.

Tomó un poco de aliento don Quijote, y viendo que todavía le prestaban silencio quiso pasar adelante en su plática, como pasara, si no se pusiera en medio la agudeza de Sancho, el cual viendo que su amo se detenía, tomó la mano por él diciendo:

—Mi señor don Quijote de la Mancha, que un tiempo se llamó el caballero de la Triste Figura, y ahora se llama el caballero de los Leones, es un hidalgo muy atentado, que sabe latín y romance como un bachiller; y en todo cuanto trata y aconseja procede como muy buen soldado, y tiene todas las leyes y ordenanzas de lo que llaman el due-