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CAPITULO LXXII

De cómo don Quijote y Sancho llegaron á su aldea.

Todo aquel día esperando la noche estuvieron en aquel lugar y mesón don Quijote y Sancho, el uno para acabar en la campaña rasa la tanda de su disciplina, y el otro para ver el fin della, el cual consistía en el de su deseo. Llegó en esto al mesón un caminante á caballo con tres ó cuatro criados, uno de los cuales dijo al que el señor dellos parecía:

—Aquí puede vuesa merced, señor don Alvaro Tarfe, pasar hoy la siesta: la posada parece limpia y fresca.

Oyendo esto don Quijote le dijo á Sancho:

—Mira, Sancho, cuando yo hojeé aquel libro de la segunda parte de mi historia, me parece que de pasada topé allí este nombre de don Alvaro Tarfe.

—Bien podrá ser, replicó Sancho, dejémosle apear, que después se lo preguntaremos.

El caballero se apeó, y frontero del aposento de don Quijote la huéspeda le dió una sala baja, enjaezada con otras pintadas sargas como las que tenía la estancia de don Quijote. Púsose el recién venido caballero á lo de verano, y saliéndose al portal del mesón, que era espacioso y fresco, por el cual se paseaba don Quijote, le preguntó: