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CAPITULO LXXIV

De como don Quijote cayó malo, y del testamento que hizo, y su muerte.

Como las cosas humanas no sean eternas, yendo siempre en declinación de sus principios hasta llegar á su último fin, especialmente las vidas de los hombres; y como la de don Quijote no tuviese privilegio del cielo para detener el curso de la suya, llegó su fin y acabamiento cuando él menos lo pensaba, porque ó ya fuese de la melancolía que le causaba el verse vencido, ó ya por la disposición del cielo, que así lo ordenaba, se le arraigó una calentura, que le tuvo seis días en la cama, en los cuales fué visitado muchas veces del cura, del bachiller y del barbero, sus amigos, sin quitársele de la cabecera Sancho Panza su buen escudero. Estos (creyendo que la pesadumbre de verse vencido, y de no ver cumplido su deseo en la libertad y desencanto de Dulcinea le tenía de aquella suerte) por todas las vías posibles procuraban alegrarle, diciéndole el bachiller que se animase y levantase para comenzar su pastoril ejercicio, para el cual tenía ya compuesta una écloga, que mal año para cuantas Sanazaro había compuesto: y que ya tenía comprados de su propio dinero dos famosos