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no es en el mundo, sino que es dama fantástica, que vuesa merced la engendró y parió en su entendimiento, y la pintó con todas aquellas gracias y perfecciones que quiso.

—En eso hay mucho que decir, respondió don Quijote: Dios sabe si hay Dulcinea ó no en el mundo, ó si es fantástica ó no es fantástica, y estas no son de las cosas cuya averiguación se ha de llevar hasta el cabo. Ni yo engendré ni parí á mi señora, puesto que la contemplo, como conviene que sea una dama que contenga en sí las partes que puedan hacerla famosa en todas las del mundo, como son hermosa sin tacha, grave sin soberbia, amorosa con honestidad, agradecida por cortés, cortés por bien criada, y finalmente alta por linaje, á causa que sobre la buena sangre resplandece y campea la hermosura con más grados de perfeción que en las hermosas humildemente nacidas.

—Así es, dijo el duque: pero hame de dar licencia el señor don Quijote para que diga lo que me fuerza á decir la historia que de sus hazañas he leído, de donde se infiere que puesto que se conceda que hay Dulcinea en el Toboso ó fuera del, y que sea hermosa en el sumo grado que vuesa merced nos la pinta, en lo de la alteza del linaje no corre parejas con las Orianas, con las Alastrajareas, con las Madasimas, ni con otras deste jaez, de quien están llenas las historias que vuesa merced bien sabe.

—A eso puedo decir, respondió don Quijote, que Dulcinea es hija de sus obras, y que las virtudes adoban la sangre, y que en más se ha de estimar y tener un humilde virtuoso, que un vicioso levantado: cuanto más, que Dulcinea tiene un