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salté en la galera contraria, la cual desviándose de la que la había embestido, estorbó que mis soldados me siguiesen, y así me hallé solo entre mis enemigos, á quien no pude resistir por ser tantos; en fin, me rindieron lleno de heridas, y como ya habéis, señores, oído decir que el Uchalí se sal vó con toda su escuadra, vine yo á quedar cautivo en su poder, y sólo fuí el triste entre tantos alegres; y el cautivo entre tantos libres, porque fueron quince mil cristianos los que aquel día alcanzaron la deseada libertad, que todos venían al remo en la turquesa armada. Lleváronme á Constantinopla, donde el gran turco Selim hizo general de la mar á mi amo, porque había hecho su deber en la batalla, habiendo llevado por muestra de su valor el estandarte de la religión de Malta. Halléme el segundo año, que fué el de setenta y dos, en Navarino bogando en la capitana de los tres fanales. Ví y noté la ocasión que allí se perdió de no coger en el puerto toda el armada turquesca, porque todos los levantes y jenízaros que en ella venían, tuvieron por cierto que les habían de embestir dentro del mesmo puerto, y tenían á punto su ropa y pasamaques, que son sus zapatos, para huirse luego por la tierra sin esperar ser combatidos: tanto era el miedo que habían cobrado á nuestra armada; pero el cielo lo ordenó de otra manera, no por culpa ni descuido del general que á los nuestros regía, sino por los pecados de la cristiandad y porque quiere y permite Dios que tengamos siempre verdugos que nos castiguen. En efeto, el Uchalí se recogió á Modón, que es una isla que está junto á Navarino, y echando la gente en tierra, fortificó la boca del puerto y estúvose quedo hasta que el