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1 suelo, por lo cual se dió priesa á llegar á ayudarle si fuese menester; y cuando llegó fué á tiempo que alzaba con la punta del lanzón un cojín y una maleta asida á él, medio podridos, ó podridos del todo y deshechos, mas pesaban tanto, que fué necesario que Sancho se apease á tomarlos, y. mandóle su amo que viese lo que en la maleta venía. Hizolo con mucha presteza Sancho; y aunque la maleta venía cerrada con una cadena y su candado, por lo roto y podrido della vió lo que en ella, (1) que eran cuatro camisas de delgada holanda, y otras cosas de lienzo, no menos curiosas que limpias, y en un pañizuelo halló un buen montoncillo de escudos de oro, y así como los vió dijo:

— Bendito sea todo el cielo, que nos ha deparado una aventura que sea de provecho!

Y buscando más halló un librillo de memoria ricamente guarnecido; este le pidió don Quijote, y mandóle que guardase el dinero y lo tomase para él. Besóle las manos Sancho por la merced, y desbalijando á la balija de su lencería, la puso en el costal de la despensa. Todo lo cual visto por don Quijote, dijo:

—Paréceme, Sancho (y no es posible que sea otra cosa), que algún caminante descamisado debió pasar por esta sierra, y salteándole malandrines le debieron de matar, y le trujeron á enterrar en esta tan escondida parte.

—No puede ser eso, respondió Sancho, porquesi fueran ladrones, no se dejaran aquí este dinero.

—Verdad dices, dijo don Quijote, y así no adivino ni doy en lo que esto pueda ser; mas espérate, veremos si en este librillo de mémoria hay alguna cosa escrita, por donde podamos rastrear y venir (1) Falta <había» ú otra palabra semejante.