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De ese modo en mi dolencia ningún remedio se alcanza, pues me matan la esperanza, desdenes, celos y ausencia.

¿Quién me causa este dolor?

Amor.

¿Y quién mi gloria repugna?

Fortuna.

¿Y quién consiente mi duelo?

El cielo.

De ese modo yo recelo morir deste mal estraño, pues se aunan en mi daño amor, fortuna y el cielo.

¿Quién mejorará mi suerte?

La muerte.

Y el bien de amor ¿quién le alcanza?

Mudanza.

Y sus males ¿quién los cura?

Locura.

De ese modo no es cordura querer curar la pasión, cuando los remedios son:

muerte, mudanza y locura.

La hora, el tiempo, la soledad, la voz y la destreza del que cantaba, causó admiración y contento en los dos oyentes, los cuales se estuvieron quedos esperando si otra alguna cosa oían; pero viendo que duraba algún tanto el silencio, determinaron salir á buscar el músico que con tan buena voz cantaba. Y queriéndolo poner en efeto, hizo la misma voz que no se moviesen, la cual llegó de nuevo á sus oídos, cantando este soneto.