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1 ser, perdonad el sobresalto que nuestra vista os ha causado y contadnos vuestra buena ó mala suerte, que en nosotros juntos ó en cada uno hallaréis quien os ayude á sentir vuestras desgracias.

En tanto que el cura decía estas razones, estaba la disfrazada moza como embelesada, mirándolos á todos sin mover labio ni decir palabra alguna, bien así como rústico aldeano que de improviso se le muestran cosas raras y dél jamás vistas; mas volviendo el cura á decirle otras razones al mismo efecto encaminadas, dando ella un profundo suspiro, rompió el silencio y dijo:

—Pues que la soledad destas sierras no ha sido parte para encubrirme, y la soltura de mis descompuestos cabellos no ha permitido que sea mentirosa mi lengua, en balde sería fingir yo de nuevo ahora lo que si se me creyese, sería más por cortesía que por otra razón alguna. Presupuesto esto, digo, señores, que os agradezco el ofrecimiento que me habéis hecho, el cual me ha puesto en obligación de satisfaceros en todo lo que me habéis pedido, puesto que temo que la relación que os hiciere de mis desdichas os ha de causar al par de la compasión la pesadumbre, porque no habéis de hallar remedio para remediarlas ni consuelo para entretenerlas. Pero con todo esto, porque no ande vacilando mi honra en vuestras intenciones, habiéndome ya conocido por mujer, y viéndome moza, sola y en este traje, cosas todas juntas y cada una por sí que pueden echar por tierra cualquier honesto crédito, os habré de decir lo que quisiera callar si pudiera.

Todo esto dijo sin parar, la que tan hermosa mujer parecía, con tal suelta lengua, con voz tan suave, que no menos les admiró su discreción que