á la mosca entre la miel: quiso defraudar la justicia, ir contra su rey y señor natural, pues fué contra sus justos mandamientos: quiso, digo, quitar á las galeras sus pies, poner en alboroto la Santa Hermandad, que había muchos años que reposaba; quiso finalmente hacer un hecho por donde se pierda su alma y no se gane su cuerpo. Habíales contado Sancho al cura y al barbero la aventura de los galeotes, que acabó su amo con tanta gloria suya, y por esto cargaba la mano el cura refiriéndola, por ver lo que hacía ó decía don Quijote, al cual se le mudaba la color á cada palabra, y no osaba decir que él había sido el libertador de aquella buena gente. Estos pues, dijo el cura, fueron los que nos robaron; que Dios por su misericordia se lo perdone al que no los dejó llevar al debido suplicio.
CAPITULO XXX
Que trata del gracioso artificio y orden que se tuvo en sacar á nuestro enamorado caballero de la asperisima penitencia en que se había puesto.
No hubo bien acabado el cura, cuando Sancho dijo:
—Pues mía fe, señor licenciado, el que hizo esa fazaña fué mi amo, y no porque yo no le dije antes y le avisé que mirase lo que hacía, y que era pecado darles libertad, porque todos iban allí por grandísimos bellacos.
—Majadero, dijo á esta sazón don Quijote, á los caballeros andantes no les toca ni atañe averiguar