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—Es liberal en estremo, dijo don Quijote; y si no te dió joya de oro, sin duda debió de ser porque no la tendría allí á la mano para dártela; pero buenas son mangas después de pascua: yo la veré y te satisfará todo. ¿Sabes de qué estoy maravillado, Sancho? De que me parece que fuiste y veniste por los aires, pues poco más de tres días has tardado en ir y venir desde aquí al Toboso, habiendo de aquí allá más de treinta leguas. Por lo cual me doy á entender que aquel sabio nigromante que tiene cuenta con mis cosas, y es mi amigo, porque por fuerza le hay y le ha de haber, so pena que yo no sería buen caballero andante, digo que este tal te debió de ayudar á caminar sin que tú lo sintieses que hay sabio de estos que coge á un caballero andante durmiendo en su cama, y sin saber cómo ó en qué manera, amanece otro día más de mil leguas de donde anocheció. Y si no fuese por esto no se podrían socorrer en sus peligros los caballeros andantes unos á otros, como se socorren á cada paso: que acaece estar uno peleando en las sierras de Armenia con algún endriago, ó con algún fiero vestiglo, ó con otro caballero, donde lleva lo peor de la batalla, y está ya á punto de muerte, y cuando no os me cato, asoma por acullá por encima de una nube ó sobre un carro de fuego otro caballero amigo suyo, que poco antes se hallaba en Ingalaterra, que le favorece y libra de la muerte, y á la noche se halla en su posada cenando muy á su sabor, y suele haber de la una á la otra parte dos ó tres mil leguas, y todo esto se hace por industria y sabiduría destos sabios encantadores que tienen cuidado destos valerosos caballeros. Así que, amigo Sancho, no se me hace dificultoso creer que en tan breve tiempo hayas ido y venido desde