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tro, ó le parto por mitad del cuerpo, ó finalmente le 'venzo y le rindo, ¿no será bien tener á quien enviarle presentado, y que entre y se hinque de rodillas ante mi dulce señora, y diga con voz humilde y rendida: Yo, señora, soy el gigante Caraculiambro, señor de la ínsula Malindrania, á quien venció en singular batalla el jamás como se debe alabado caballero don Quijote de la Mancha, el cual me mandó que me presentase ante la vuestra merced para que la vuestra grandeza disponga de mí á su talante? ¡Oh, cómo se holgó nuestro buen caballero cuando hubo hecho este discurso, y más cuando halló á quien dar nombre de su dama! Y fué, á lo que se cree, que en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer, de quien él un tiempo estuvo enamorado (aunque según se entiende, ella jamás lo supo ni se dió cata dello). Llamábase Aldonza Lorenzo, y á ésta le pareció bien darle título de señora de sus pensamientos; y buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo, y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino á llamarla Dulcinea del Toboso, porque era natural del Toboso; nombre á su parecer músico y peregrino, y sinificativo, como todos los demás que á él y á sus cosas había puesto.

CAPITULO II

Que trata de la primera salida que de su tierra hizo el ingenioso don Quijote.

Hechas pues estas prevenciones, no quiso aguardar más tiempo á poner en efeto su pensamiento,