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433cía; y así lo confesó ella, descubriendo á Camila cómo trataba amores con un mancebo bien nacido, de la misma ciudad, de lo cual se turbó Camila, temiendo que era aquel camino por donde su honra podía correr riesgo. Apuróla si pasaban sus pláticas á más que serlo. Ella con poca vergüenza y mucha desenvoltura le respondió que sí pasaban; porque es cosa ya cierta, que los descuidos de las señoras quitan la vergüenza á las criadas, las cuales cuando ven á las amas echar traspiés, no se les dá nada á ellas de cojear ni de que lo sepan.

No pudo hacer otra cosa Camila, sino rogar á Leonela no dijese nada de su hecho al que decía ser su amante, y que tratase sus cosas con secreto, porque no viniesen á noticia de Anselmo ni de Lotario.

Leonela respondió que así lo haría; mas cumpliólo de manera, que hizo cierto el temor de Camila, de que por ella había de perder su crédito: porque la deshonesta y atrevida Leonela, después que vió que el proceder de su ama no era el que solía, atrevióse á entrar á poner dentro, de casa á su amante, confiada que aunque su señora le viese, no había de osar descubrille: que este daño acarrean, entre otros, los pecados de las señoras, que se hacen esclavas de sus mismas criadas, y se obligan á encubrirles sus deshonestidades y vilezas, como aconteció con Camila, que aunque vió una y muchas veces que su Leorrela estaba con su galán en un aposento de su casa, no sólo no la osaba reñir, mas dábale lugar á que lo encerrase, y quitábale todos los estorbos para que no fuese visto de su marido. Pero no los pudo quitar que Lotario no le viese una vez salir al romper del alba: el cual DON QUIJOTE .—28 TOMO I VOL . 315 -