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CAPÍTULO XXX.

ciros, que de cuanta gente de acompañamiento saqué de mi reino, no me ha quedado sino solo este buen barbado escudero, porque todos se anegaron en una gran borrasca que tuvimos á vista del puerto: y él y yo salimos en tablas á tierra como por milagro, y así es todo milagro y misterio el discurso de mi vida, como lo habeis notado; y si en alguna cosa he andado demasiada, ó no tan acertada como debiera, echad la culpa á lo que el señor licenciado dijo al principio de mi cuento, que los trabajos continuos y estraordinarios quitan la memoria al que los padece.—Esa no me quitará á mí, ó alta y valerosa señora, dijo Don Quijote, cuantos yo pasare en serviros, por grandes y no vistos que sean: y así de nuevo confirmo el don que os he prometido, y juro de ir con vos al cabo del mundo, hasta verme con el fiero enemigo vuestro, á quien pienso con el ayuda de Dios y de mi brazo tajar la cabeza soberbia con los filos desta, no quiero decir buena, espada, merced á Gines de Pasamonte que me llevó la mia. Esto dijo entre dientes, y prosiguió diciendo: y después de habérsela tajado y puéstoos en pacífica posesión de vuestro estado, quedará á vuestra voluntad hacer de vuestra persona lo que mas en talante os viniere, porque mientras que yo tuviere ocupada la memoria, y cautiva la voluntad, perdido el entendimiento por aquella. ... y no digo mas, no es posible que yo arrostre ni por pienso el casarme, aunque fuese con el ave Fénix. Parecióle tan mal á Sancho lo que últimamente su amo dijo acerca de no querer casarse, que con grande enojo, alzando la voz, dijo: Voto á mí, y juro á mí, que no tiene vuestra merced, señor Don Quijote, cabal juicio: ¿pues cómo? ¿es posible que pone vuestra merced en duda el casarse con tan alta princesa como aquesta? ¿piensa que le ha de ofrecer la fortuna tras cada cantillo semejante ventura, como la que ahora se le ofrece? ¿es por dicha mas hermosa mi señora Dulcinea? no por cierto, ni aun con la mitad, y aun estoy por decir que no llega á su zapato de la que está delante: así noramala alcanzaré yo el condado que espero, si vuestra merced se anda á pedir cotufas en el golfo: cásese, cásese luego, encomiéndele yo á Satanás, y tome ese reino que se le viene á las manos de vobis vobis, y en siendo rey, hágame marques, ó adelantado, y luego siquiera se lo lleve el diablo todo. Don Quijote, que tales blasfemias oyó decir contra su señora Dulcinea, no lo pudo sufrir, y alzando el lanzon, sin hablalle palabra á Sancho y sin decirle esta boca es mia, le dio tales dos palos, que dió con él en tierra, y si no fuera porque Dorotea le dio voces que no le diera mas,