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CAPÍTULO XXXIII.

canzas: y ansimesmo veo y confieso, que si no sigo tu parecer y me voy tras el mio, voy huyendo del bien y corriendo tras el mal. Prosupuesto esto, has de considerar que yo padezco ahora la enfermedad que suelen tener algunas mugeres, que se les antoja comer tierra, yeso, carbon y otras cosas peores, aun asquerosas para mirarse, cuanto mas para comerse; así que es menester usar de algun artitificio para que yo sane, y esto se podia hacer con facilidad, solo con que comiences, aunque tibia y fingidamente, á solicitar á Camila, la cual no ha de ser tan tierna, que á los primeros encuentros dé con su honestidad por tierra, y con solo este principio quedaré contento, y tú habrás cumplido con lo que debes á nuestra amistad, no solamente dándome la vida, sino persuadiéndome de no verme sin honra: y estás obligado á hacer esto por una razon sola, y es, que estando yo, como estoy, determinado de poner en plática esta prueba, no has tú de consentir que yo dé cuenta de mi desatino á otra persona, con que pondria en aventurad honor que tú procuras que no pierda: y cuando el tuyo no esté en el punto que debe en la intencion de Camila en tanto que la solicitares, importa poco ó nada; pues con brevedad, viendo en ella la entereza que esperamos, le podrás decir la pura verdad de nuestro artificio, con que volverá tu crédito al ser primero: y pues tan poco aventuras, y tanto contento me puedes dar aventurándote, no lo dejes de hacer, aunque mas inconvenientes se te pongan delante; pues como ya he dicho, con solo que comiences daré por concluida la causa. Viendo Lotario la resoluta voluntad de Anselmo, y no sabiendo qué mas ejemplos traerle, ni qué mas razones mostrarle, para que no la siguiese: y viendo que le amenazaba que daria á otro cuenta de su mal deseo, por evitar mayor mal determinó de contentarle y hacer lo que le pedia, con propósito é intencion de guiar aquel negocio de modo, que sin alterar los pensamientos de Camila quedase Anselmo satisfecho: y así le respondió, que no comunicase su pensamiento con otro alguno, que él tomaba á su cargo aquella empresa, la cual comenzaria cuando á él le diese mas gusto. Abrazóle Anselmo tierna y amorosamente, y agradecióle su ofrecimiento, como si alguna grande merced le hubiera hecho; y quedaron de acuerdo entre los dos, que desde otro dia siguiente se comenzase la obra, que él le daria lugar y tiempo como á sus solas pudiese hablar á Camila, y asimesmo le daria dineros y joyas que darla y que ofrecerla. Aconsejóle que le diese músicas, que escribiese versos en su alabanza, y que cuando él no quisiese to-