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DE CERVANTES.

de las musas. Yo, que en tan poco espacio vi el grande encomio de mis alabanzas, parecióme ser descortesía no corresponder á ellas, y así abrazándole por el cuello, donde le eché á perder de todo punto la valona, le dije:—Ese es un error donde han caido muchos aficionados ignorantes: yo señor, soy Cervantes, pero no el regocijo de las musas, ni ninguna de las demas baratijas que ha dicho vuesa merced: vuelva á cobrar su burra y suba, y caminemos en buena conversacion lo poco que nos falta del camino. Hizolo así el comedido estudiante, tuvimos algun tanto mas las riendas, y con paso asentado seguimos nuestro camino, en el cual se trató de mi enfermedad, y el buen estudiante me desahució al momento diciendo:—Esta enfermedad es de hidropesía, que no la sanará toda el agua del mar Océano, que dulcemente se bebiese; vuesa merced, señor Cervantes, ponga tasa al beber, no olvidándose de comer, que con esto sanará sin otra medicina alguna.—Eso me han dicho muchos, respondí yo; pero así puedo dejar de beber á todo mi beneplácito, como si para solo eso hubiera nacido: mi vida se va acabando, y al paso de las efemérides de mis pulsos, que á mas tardar acabarán su carrera este domingo, acabaré yo la de mi vida. En fuerte punto ha llegado vuesa merced á conocerme; pues no me queda espacio para mostrarme agradecido á la voluntad que vuesa merced me ha mostrado. En esto llegamos á la puerta de Toledo, y yo entré por ella, y él se aparto á entrar por la de Segovia. Lo que se dirá de mi suceso, tendrá la fama cuidado, mis amigos gana de decillo, y yo mayor gana de escuchallo. Tornéle á abrazar, volvióseme á ofrecer, picó á su burra, y dejóme tan mal dispuesto como él iba caballero en su burra, quien había dado gran ocasion á mi pluma para escribir donaires; pero no son todos los tiempos unos: tiempo vendrá quizá donde anudando este roto hilo, diga lo que aquí me falta, y lo que sé convenia. Adios, gracias; adios, donaires; adios, regocijados amigos, que yo me voy muriendo y deseando veros presto contentos en la otra vida.”

Este prólogo inconecso y desencajado, donde está sin embargo mostrando Cervantes la jovialidad de su ánimo en el retrato chistoso del estudiante, antes de despedirse de sus regocijados amigos, fué su plumada postrera y violenta. Agravóse horrorosamente su achaque, se encamó y recibió la uncion el 18 de Abril. Sonaba á la sazon el regreso inmediato del conde de Lémos, que pasaba del vireinato de Nápoles á la presidencia del consejo. El último pensamiento de Cervantes fué un impulso de gratitud, un recuerdo afectuoso de su amparador, pues al espirar dictó la carta siguiente:

“Aquellas coplas antiguas que fueron en su tiempo celebradas, que comienzan: Puesto ya el pié en el estribo, quisiera yo no vinieran tan á pelo en esta mi epístola, porque casi con las mismas palabras la puedo comenzar diciendo:

Puesto ya el pié en el estribo,
Con las ansias de la muerte,
Gran Señor, esta te escribo.

“Ayer me dieron la Estrema-uncion, y hoy escribo esta: el tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y con todo esto llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir, y quisiera yo ponerle coto hasta besar los piés de V. E., que podria ser fuese tanto el contento de ver á V. E. bueno en España, que me volviese á dar la vida; pero si está decretado que la haya de perder, cúmplase la voluntad de los cielos, y por lo menos sepa V. E. este mi deseo, y sepa que tuvo en mí un tan aficionado criado de servirle, que quiso pasar aun mas allá de la muerte mostrando su intencion. Con todo esto, como en profecía, me alegro de la llegada de V. E., regocíjome de verle señalar con el dedo, y realégrome de que salieron verdaderas mis esperanzas dilatadas en la fama de las bondades de V. E. etc.”

Esta carta, que, segun Rios, debieran tener siempre á la vista los grandes y los escritores, para enseñar á los unos la generosidad y á los otros el agradecimiento, está á lo menos comprobando la serenidad cabal que conservó Cervantes hasta el trance postrero. Desmayóse luego por largo rato, y espiró el sábado 23 de Abril de 1616.

Advirtió el doctor Juan Bowle agudamente que los dos ingenios mas sobresalientes de aquella temporada grandiosa, desconocidos entrambos por sus contemporáneos, y al par desagraviados por la posteridad, Miguel de Cervantes y Guillermo Shakspeare, habian fallecido cabalmente en el mismo dia, y con efecto los biógrafos de éste lo cuentan difunto el 23 de Abril de 1616. Mas hay que hacerse cargo de que no regia á la sazon el calendario gregoriano en Inglaterra, donde solo se adoptó en 1754, rezagándose á los españoles en fechas, como lo están haciendo hoy los rusos con la Europa entera; y así sobrevivió Shakspeare á Cervantes doce dias.

Dispuso Cervantes en su testamento, nombrando por albaceas á su muger Doña Catalina de Palacios Salazar, y á su vecino el licenciado Francisco Nuñez, que le enterrasen en un convento de tri-