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DON QUIJOTE.

tendidos los piés y arrimado á las verjas, con tanto silencio y tanta paciencia, como si no fuera hombre de carne, sino estátua de piedra: y así con aquel espacio y silencio caminaron hasta dos leguas, que llegaron á un valle donde le pareció al boyero ser lugar acomodado para reposar y dar pasto á los bueyes: y comunicándolo con el Cura, fué de parecer el Barbero que caminasen un poco, porque él sabia que detras de un recuesto que cerca de allí se mostraba, habia un valle de mas yerba y mucho mejor que aquel donde parar querian. Tomóse el parecer del Barbero y así tornaron á proseguir su camino. En esto volvió el Cura el rostro y vió que á sus espaldas venian hasta seis ó siete hombres de á caballo, bien puestos y aderezados, de los cuales fueron presto alcanzados, porque caminaban, no con la flema y reposo de los bueyes, sino como quien iba sobre mulas de canónigos y con deseo de llegar presto á sestear á la venta, que menos de una legua de allí se parecia. Llegaron los diligentes á los perezosos, y saludáronse cortesmente, y uno de los que venian, que en resolucion era Canónigo de Toledo y señor de los demás que le acompañaban, viendo la concertada procesion del carro, cuadrilleros, Sancho, Rocinante, Cura y Barbero, y mas á Don Quijote enjaulado y aprisionado, no pudo dejar de preguntar, qué significaba llevar aquel hombre de aquella manera: aunque ya se habia dado á entender, viendo las insignias de los cuadrilleros, que debia de ser algun facineroso salteador, ó otro delincuente, cuyo castigo tocase á la Santa Hermandad. Uno de los cuadrilleros, á quien fué hecha la pregunta, respondió así: Señor, lo que significa ir este caballero desta manera, dígalo él, porque nosotros no lo sabemos. Oyó Don Quijote la plática, y dijo: Por dicha ¿vuestras mercedes, señores caballeros, son versados y peritos en esto de la caballería andante? porque si lo son, comunicaré con ellos mis desgracias, y si no, no hay para que me canse en decirlas: y á este tiempo habian ya llegado el Cura y el Barbero viendo que los caminantes estaban en pláticas con Don Quijote de la Mancha, para responder de modo que no fuese descubierto su artificio. El Canónigo, á lo que Don Quijote dijo, respondió:

En verdad, hermano, que sé mas de libros de caballerías, que de las súmulas de Yillalpando[1]: así que, si no está en mas que en esto, seguramente podeis comunicar conmigo lo que quisiéredes. A

  1. Escritas con tan buen método, que mandó la Universidad de Alcalá se enseñase por ellas la dialéctica á los estudiantes.