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CAPÍTULO XLIX.

visto la silla, no he echado de ver la clavija, y mas siendo tan grande como vuestra merced ha dicho. —Pues allí está sin duda alguna, replicó Don Quijote, y por mas señas dicen, que está metida en una funda de vaqueta, porque no se tome de moho. —Todo puede ser, respondió el Canónigo, pero por las órdenes que recebí, que no me acuerdo haberla visto: mas puesto que conceda que está allí, no por eso me obligo á creer las historias de tantos Amadises; ni las de tanta turbamulta de caballeros, como por ahí nos cuentan, ni es razon que un hombre como vuestra merced, tan honrado y de tan buenas partes, y dotado de tan buen entendimiento, se dé á entender que son verdaderas tantas y tan estrañas locuras, como las que están escritas en los disparatados libros de caballerías.