Ir al contenido

Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote del Mancha.djvu/597

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
421
CAPÍTULO LII.

CAPÍTULO LII.

De la pendencia que Don Quijote tuvo con el cabrero, con la rara aventura de los
diciplinantes, á quien dió felice fin á costa de su sudor.


G

eneral gusto causó el cuento del cabrero á todos los que escuchádole habian, especialmente le recibió el Canónigo, que con estraña curiosidad notó la manera con que le habia contado, tan lejos de parecer rústico cabrero, cuan cerca de mostrarse discreto cortesano: y así dijo, que habia dicho muy bien el Cura, en decir que los montes criaban letrados. Todos se ofrecieron á Eugenio, pero el que mas se mostró liberal en esto, fué Don Quijote, que le dijo:—Por cierto, hermano cabrero, que si yo me hallara posibilitado de poder comenzar alguna aventura, que luego luego me pusiera en camino, porque vos la tuviérades buena, que yo sacara del monasterio (donde sin duda alguna debe de estar contra su voluntad) á Leandra, á pesar del abadesa y de cuantos quisieran estorbarlo, y os la pusiera en vuestras manos, para que hiciérades della á toda vuestra voluntad y talante, guardando pero las leyes de caballería que mandan, que á ninguna doncella se le sea fecho desaguisado alguno: aunque yo espero en Dios nuestro Señor, que no ha de poder tanto la fuerza de un encantador malicioso, que no pueda mas la de otro encantador mejor intencionado, y para entonces os prometo mi favor y ayuda, como me obliga mi profesion, que no es otra sino de favorecer á los desvalidos y menesterosos. Miróle el cabrero, y como vió á Don Quijote de tan mal pelage y catadura, admiróse y preguntó al Barbero que cerca de sí tenia: Señor, ¿quién es este hombre, que tal talle tiene, y de tal manera habla? —Quién ha de ser, respondió el Barbero, sino el muy famoso Don Quijote de la Mancha, desfacedor de agravios y enderezador de tuertos, el amparo de las doncellas, el asombro de los gigantes y el vencedor de las batallas. —Eso me semeja, respondió el cabrero, á lo que se lee en los libros de caballeros andantes