losa, y que era hija de un remendon natural de Toledo, que vivia á las tendillas de Sanchobienaya, y que donde quiera que ella estuviese, le serviria y le tendría por señor.—Don Quijote le replicó que por su amor le hiciese merced, que de allí adelante se pusiese Don, y se llamase Doña Tolosa.=Ella se lo prometió, y la otra le calzó la espuela, con la cual le pasó casi el mismo coloquio que con la de la espada. Preguntóle su nombre, y dijo que se llamaba la Molinera, y que era hija de un honrado molinero de Antequera, á la cual tambien rogó Don Quijote que se pusiese Don, y se llamase Doña Molinera, ofreciéndole nuevos servicios y mercedes. Hechas pues de galope y apríesa las hasta allí nunca vistas ceremonias, no vió la hora Don Quijote de verse á caballo, y salir buscando las aventuras: y ensillando luego á Rocinante, subió en él, y abrazando á su huésped, le dijo cosas tan estrañas, agradeciéndole la merced de haberle armado caballero, que no es posible acertar á referirlas. El ventero por verlo ya fuera de la venta, con no menos retóricas, aunque con mas breves palabras, respondió á las suyas, y sin pedirle la costa de la posada, le dejó ir á la buena hora.