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Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote del Mancha Tomo II.djvu/114

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Don Quijote.

noche en la mitad del dia, y por esta sencillez le quiero como á las telas de mi corazon, y no me amaño á dejarle por mas disparates que haga. Con todo eso, hermano y señor, dijo el del Bosque, si el ciego guia al ciego, ambos van á peligro de caer en el hoyo. Me- jor es retirarnos con buen compas de piés y volvernos á nuestras querencias, que los que buscan aventuras no siempre las hallan bue- nas. Escupia Sancho á menudo, al parecer un cierto género de sa- liva pegajosa y algo seca, lo cual visto y notado por el caritativo bosqueril escudero, dijo:-Paréceme, que de lo que hemos hablado se nos pegan al paladar las lenguas, pero yo traigo un despegador pendiente del arzon de mi caballo, que es tal como bueno, y levan- tándose, volvió desde allí á un poco con una gran bota de vino y una empanada de media vara: y no es encarecimiento, porque era de un conejo albar tan grande, que Sancho al tocarla entendió ser de algun cabron, no que de cabrito, lo cual visto por Sancho, dijo: -¿Y esto trae vuesa merced consigo, señor?-Pues qué se pensa- ba, respondió el otro, ¿soy yo por ventura algun escudero de agua y lana'? Mejor repuesto traigo yo en las ancas de mi caballo, que lleva consigo cuando va de camino un general. Comió Sancho sin hacerse de rogar, y tragaba á escuras bocados de nudos de suelta, y dijo:--Vuesa merced sí que es escudero fiel y legal, moliente y corriente, magnífico y grande, como lo muestra este banquete, que si no ha venido aquí por arte de encantamento, parécelo á lo me- nos, y no como yo mezquino y malaventurado, que solo traigo en mis alforjas un poco de queso tan duro, que pueden descalabrar con ello á un gigante, á quien hacen compañía cuatro docenas de algarrobas, y otras tantas de avellanas y nueces, mercedes á la es- trecheza de mi dueño, y á la opinion que tiene y órden que guar- da, de que los caballeros andantes no se han de mantener y susten- tar sino con frutas secas y con las yerbas del campo.-Por mi fe, hermano, replicó el del Bosque, que yo no tengo hecho el es: tómago á tagarninas, ni á piruétanos, ni á raices de los montes: allá se lo hayan con sus opiniones y leyes caballerescas nuestros amos, y coman lo que ellos mandaren: fiambreras traigo, y esta bota col- gando del arzon de la silla, por sí ó por no, y es tan devota mia, y quiérola tanto, que pocos ratos se pasan sin que la dé mil besos y mil abrazos: y diciendo esto se la puso en las manos á Sancho, el cual empinándola puesta á la boca, estuvo mirando las estrellas un cuarto de hora, y en acabando de beber, dejó caer la cabeza á un

1 Quiere decir: hombre despreciable, ó de poco mas á menos.