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Capítulo XIX.

danos puede haber que no las corten en el aire en esto del hablar polido. Así es, dijo el licenciado, porque no pueden hablar tan bien los que se crian en las tenerías y en Zocodober, como los que se pasean casi todo el dia por el claustro de la iglesia mayor, y todos son toledanos. El lenguaje puro, el propio, el elegante y claro es- tá en los discretos cortesanos, aunque hayan nacido en Majalahon- da: dije discretos, porque hay muchos que no lo son, y la discre- cion es la gramática del buen lenguaje que se acompaña con el uso. Yo, señores, por mis pecados he estudiado cánones en Sala manca, y pícome algun tanto de decir mi razon con palabras cla- ras, llanas y significantes. Si no os picárades mas de saber mas menear las negras que llevais que la lengua, dijo el otro estudian- te, vos llevárades el primero en licencias, como llevastes cola.- Mirad, bachiller, respondió el licenciado, vos estais en la mas erra- da opinion del mundo acerca de la destreza de la espada, teniéndo- la por vana.--Para mí no es opinion, sino verdad asentada, repli- có Corchuelo, y si quereis que os lo muestre con la esperiencia, es- padas traeis, comodidad hay, yo pulsos y fuerzas tengo, que acom- pañadas de mi ánimo, que no es poco, os harán confesar que yo no me engaño. Apeaos, y usad de vuestro compas de piés, de vues- tros círculos y vuestros ángulos y ciencia, que yo espero de hace- ros ver estrellas á medio dia con mi destreza moderna y zafia, en quien espero despues de Dios que está por nacer hombre que me haga volver las espaldas, y que no le hay en el mundo á quien yo no le haga perder tierra.-En eso de volver ó no las espaldas no me meto, replicó el diestro', aunque podria ser que en la parte don- de la vez primera clavásedes el pié, allí os abriesen la sepultura: quiero decir que allí quedásedes muerto por la despreciada destre- za.-Ahora se verá, respondió Corchuelo, y apeándose con gran presteza de su jumento, tiró con furia de una de las espadas que llevaba et licenciado en el suyo.-No ha de ser así, dijo á este ins- tante Don Quijote, que yo quiero ser el maestro desta esgrima y el juez desta muchas veces no averiguada cuestion: y apeándose de Rocinante, y asiendo de su lanza se puso en la mitad del camino, á tiempo que ya el licenciado con gentil donaire de cuerpo y com- pas de piés, se iba contra Corchuelo, que contra él se vino, lanzan- do, como decirse suele, fuego por los ojos. Los otros dos labrado- res del acompañamiento sin apearse de sus pollinas, sirvieron de

1 Como substantivo significa el que es hábil en las armas ó en la esgrima.