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Don Quijote.

taba fuera de juicio y loco de todo punto, y así le dijo:-En mala coyuntura y en peor sazon y en aciago dia bajó vuesa merced, ca- ro patron mio, al otro mundo, y en mal punto se encontró con el señor Montesinos, que tal nos le ha vuelto. Bien se estaba vuesa merced acá arriba con su entero juicio, tal cual Dios se le habia dado, hablando sentencias y dando consejos á cada paso, y no ago- ra contando los mayores disparates que pueden imaginarse.-Como te conozco, Sancho, respondió Don Quijote, no hago caso de tus palabras.-Ni yo tampoco de las de vuesa merced, replicó Sancho, siquiera me hiera, siquiera me mate por las que le he dicho, ó por las que le pienso decir, si en las suyas no se corrige y enmienda. Pero dígame vuesa merced ahora que estamos en paz, ¿cómo, ó en qué conoció á la señora nuestra ama? y si la habló, ¿qué dijo y qué le respondió?-Conocíla, respondió Don Quijote, en que trae los mesmos vestidos que traia cuando tú me la mostraste. Habléla, pero no me respondió palabra, antes me volvió las espaldas y se fué huyendo con tanta priesa que no la alcanzara una jara. Quise se- guirla, y lo hiciera, si no me aconsejara Montesinos, que no me cansase en ello, porque seria en valde, y mas porque se llegaba la hora donde me convenia volver á salir de la sima. Dijome asi- mesmo que andando el tiempo se me daria aviso, cómo habian de ser desencantados él y Belerma y Durandarte con todos los que allí estaban; pero lo que mas pena me dió de las que allí ví y noté, fué, que estándome diciendo Montesinos estas razones, se llegó á mí por un lado, sin que yo la viese venir, una de las dos compañe- ras de la sin ventura Dulcinea, y llenos los ojos de lágrimas, con turbada y baja voz me dijo:-Mi señora Dulcinea del Toboso besa á vuesa merced las manos, y suplica á vuesa merced se la haga de hacerla saber como está, y que por estar en una gran necesidad, asimesmo suplica á vuesa merced cuan encarecidamente puede, sea servido de prestarle sobre este faldellin que aquí traigo de cotonía nuevo, media docena de reales, ó los que vuesa merced tuviere, que ella da su palabra de volvérselos con mucha brevedad. Suspen- dióme y admiróme el tal recado, y volviéndome al señor Montesí- nos le pregunté:-¿Es posible, señor Montesinos, que los encanta- dos principales padecen necesidad? A lo que él me respondió:- Créame vuesa merced, señor Don Quijote de la Mancha, que esta que llaman necesidad, adonde quiera se usa y por todo se estiende y á todos alcanza, y aun hasta los encantados no perdona: y pues la señora Dulcinea del Toboso envia á pedir esos seis reales, y la

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