cio, mas bien parece el soldado muerto en la batalla, que vivo y sal- vo en la huida, y tanto alcanza de fama el buen soldado, cuanto tie- ne de obediencia á sus capitanes y á los que mandarle pueden: y advertid, hijo, que al soldado mejor le está el oler á pólvora que á algalia, y que si la vejez os coge en este honroso ejercicio, aunque sea lleno de heridas y estropeado, ó cojo, á lo menos no os podrá coger sin honra, y tal que no os la podrá menoscabar la pobreza: cuanto mas que ya se va dando órden como se entretengan y reme- dien los soldados viejos y estropeados, porque no es bien que se ha- ga con ellos lo que suelen hacer los que ahorran y dan libertad á sus negros, cuando ya son viejos y no pueden servir, y echándolos de casa con título de libres, los hacen esclavos de la hambre, de quien no piensan ahorrarse, sino con la muerte: y por ahora no os quiero decir mas, sino que subais á las ancas deste mi caballo has- ta la venta, y allí cenaréis conmigo, y por la mañana seguiréis el camino, que os le de Dios tan bueno, como vuestros deseos mere- cen. El page no aceptó el convite de las ancas, aunque sí el de cenar con él en la venta, y á esta sazon dicen que dijo Sancho en- tre sí:--Válate Dios por señor, ¡y es posible, que hombre que sabe decir tales, tantas y tan buenas cosas como aquí ha dicho, diga que ha visto los disparates imposibles que cuenta de la cueva de Mon- tesínos? Ahora bien, ello dirá; y en esto llegaron a la venta á tiem- po que anochecia, y no sin gusto de Sancho, por ver que su señor la juzgó por verdadera venta y no por castillo, como solia. No hu- bieron bien entrado, cuando Don Quijote preguntó al ventero por el hombre de las lanzas y alabardas, el cual le respondió, que en la cabelleriza estaba, acomodando el macho: lo mesmo hicieron de sus jumentos el sobrino' y Sancho, dando á Rocinante el mejor pe- sebre y el mejor lugar de la caballeriza.
1 Esta es equivocacion manifesta; primo debe decir, y no sobrine.Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote del Mancha Tomo II.djvu/221
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Capítulo XXIV.