gas y apartadas tierras, y no en carrozas ni en dromedarios, sino & pié y en ayunas, los tristes, los afligidos, confiados que han de hallar en ese fortísimo brazo el remedio de sus cuitas y trabajos: merced á vuestras grandes hazañas que corren y rodean todo lo descubierto de la tierra. Quisiera yo, señor Duque, respondió Don Quijote, que estuviera aquí presente aquel bendito religioso, que á la mesa el otro dia mostró tener tan mal talante y tan mala ojeriza contra los caballeros andantes, para que viera por vista de ojos, si los tales ca- balleros son necesarios en el mundo: tocara por lo menos con la mano, que los estraordinariamente afligidos y desconsolados, en casos grandes y en desdichas enormes, no van á buscar su reme- dio á las casas de los letrados, ni á la de los sacristanes de las al- deas, ni al caballero que nunca ha acertado á salir de los términos de su lugar, ni al perezoso cortesano, que antes busca nuevas pa- ra referirlas y contarlas, que procura hacer obras y hazañas, para que otros las cuenten y las escriban.-El remedio de las cuitas, el socorro de las necesidades, el amparo de las doncellas, el consuelo de las viudas, en ninguna suerte de personas se halla mejor que en los caballeros andantes, y de serlo yo doy infinitas gracias al cielo, y doy por muy bien empleado cualquier desman y trabajo que en este tan honroso ejercicio pueda sucederme. Venga esta dueña y pida lo que quisiere, que yo le libraré su remedio en la fuerza de mi brazo y en la intrépida resolucion de mi animoso es- píritu.
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Don Quijote.