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Don Quijote.

cubierta y solapada en la sagacidad de mi recato esta maraña, has- ta que me pareció que la iba descubriendo, & mas andar no sé qué hinchazon del vientre de Antonomasia, cuyo temor nos hizo entrar en bureo á los tres, y salió dél, que antes que se saliese á luz el mal recado, Don Clavijo pidiese ante el Vicario por su muger á Antonomasia, en fe de una cédula que de ser su esposa la Infanta le habia hecho, notada por mi ingenio, con tanta fuerza, que las de Sanson no pudieran romperla. Hiciéronse las diligencias, vió el Vicario la cédula, tomó el tal Vicario la confesion á la señora: con- fesó de plano, mandóla depositar en casa de un alguacil de corte muy honrado. A esta sazon dijo Sancho:-Tambien en Canda- ya hay alguaciles de corte, poetas y seguidillas? Por lo que pue- do jurar que imagino que todo el mundo es uno; pero dése vuesa merced priesa, señora Trifaldi, que es tarde, y ya me muero por sa- ber el fin desta tan larga historia.-Sí haré, respondió la Condesa.