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Don Quijote.

cho amigo, mirad lo que decis, que á lo que parece vos no vistes la tierra, sino los hombres que andaban sobre ella, y está claro, que si la tierra os pareció como un grano de mostaza y cada hombre co- mo una avellana, un hombre solo habia de cubrir toda la tierra.- Así es verdad, respondió Sancho; pero con todo eso la descubrí por un ladito y la ví toda.-Mirad, Sancho, dijo la Duquesa, que por un ladito no se vé el todo de lo que se mira.-Yo no sé esas mira- das, replicó Sancho, solo sé, que será bien que vuestra señoría en- tienda que pues volábamos por encantamento, por encantamento podia yo ver toda la tierra y todos los hombres por do quiera que los mirara: y si esto no se me cree, tampoco creerá vuesa merced como, descubriéndome por junto á las cejas, me vi tan junto al cie- lo, que no habia de mí á él palmo y medio, y por lo que puedo ju- rar, señora mia, que es muy grande ademas, y sucedió, que ibamos por parte donde están las siete cabrillas', y en Dios y en mi ánima, que como yo en mi niñez fuí en mi tierra cabrerizo, que así como las ví, me dió una gana de entretenerme con ellas un rato, y si no la cumpliera me parece que reventara. Vengo pues, y tomo, y que hago, sin decir nada á nadie, ni á mi señor tampoco, bonita y pasi- tamente me apée de Clavileño, y me entretuve con las cabrillas, que son como unos alhelíes y como unas flores, casi tres cuartos de hora, y Clavileño no se movió de un lugar, ni pasó adelante. Y en tanto que el buen Sancho se entretenia con las cabras, preguntó el Duque:-¿en qué se entretenia el señor Don Quijote? A lo que Don Quijote respondió:-Como todas estas cosas y estos tales suce- sos van fuera del órden natural, no es mucho que Sancho diga lo que dice: de mí sé decir, que ni me descubrí por alto ni por bajo, ni vi el cielo ni la tierra, ni la mar ni las arenas. Bien es verdad que sentí que pasaba por la region del aire, y aun que tocaba á la del fuego; pero que pasásemos de allí, no lo puedo creer, pues es- tando la region del fuego entre el cielo de la luna y la última re- gion del aire, no podiamos llegar al cielo donde están las siete ca- brillas, que Sancho dice, sin abrasarnos: y pues no nos asuramos, 6 Sancho miente, ó Sancho sueña.-Ni miento ni sueño, respondió Sancho, sino pregúntenme las señas de las tales cabras, y por ellas verán si digo verdad ó no.-Dígalas pues, Sancho, dijo la Duque- sa.--Son, respondió Sancho, las dos verdes, las dos encarnadas, las

1 Constelacion formada de slete estrellas que se hallan juntas en el signo de Tauro. Segun la fi bula, son las siete hijas de Atlante.

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