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Don Quijote.

la buena dotrina. Gran falta es la que llevas contigo, y así quer- ria que aprendieses á firmar siquiera.-Bien sé firmar mi nombre, respondió Sancho, que cuando fui Prioste en mi lugar, aprendí ha- cer unas letras como de marca de fardo, que decian que decia mi nombre, cuanto mas que fingiré que tengo tullida la mano derecha y haré que firme otro por mí, que para todo hay remedio sino es para la muerte, y teniendo yo el mando y el palo, haré lo que qui- siere: cuanto mas que el que tiene el padre Alcalde.... y siendo yo Gobernador, que es mas que ser Alcalde, llegaos, que la dejan ver, no si no popen y calóñenme, que vendrán por lana y volverán trasquilados, y á quien Dios quiere bien, la casa le sabe, y las ne- cedades del rico por sentencias pasan en el mundo, y siéndolo yo, siendo Gobernador y juntamente liberal, como lo pienso ser, no ha- brá falta que se me parezca: no sino haceos miel, y papáros han moscas: tanto vales cuanto tienes, decia una mi agüela, y del hom- bre arraigado no te verás vengado.-¡0 maldito seas de Dios, San- cho! dijo á esta sazon Don Quijote: sesenta mil Satanases te lleven á tí y á tus refranes: una hora ha que los estás ensartando, y dán- dome con cada uno tragos de tormento. Yo te aseguro que estos refranes te han de llevar un dia á la horca, por ellos te han de qui- tar el Gobierno tus vasallos, ó ha de haber entre ellos comunida- des. Dime, ¿dónde los hallas, ignorante? ¿ó cómo los aplicas, men- tecato? que para decir yo uno, y aplicarle bien, sudo y trabajo co- mo si cavase. Por Dios, señor nuestro amo, replicó Sancho, que vuesa merced se queja de bien pocas cosas. A qué diablos se pu- dre de que yo me sirva de mi hacienda, que ninguna otra tengo ni otro caudal alguno, sino refranes y mas refranes, y ahora se me ofrecen cuatro que venian aquí pintiparados, ó como peras en ta- baque; pero no los diré, porque al buen callar llaman Sancho.--- Ese Sancho no eres tú, dijo Don Quijote, porque no solo no eres buen callar, sino mal hablar y mal porfiar; y con todo eso querria saber qué cuatro refranes te ocurrian ahora à la memoria, que ve- nian aquí á propósito, que yo ando recorriendo la mia, que la tengo buena, y ninguno se me ofrece.-Qué mejores, dijo Sancho, que entre dos muelas cordales nunca pongas tus pulgares: y, á idos de mi casa, y qué quereis con mi muger, no hay responder: y, si da el cántaro en la piedra ó la piedra en el cántaro, mal para el cántaro: todos los cuales vienen á pelo. Que nadie se tome con su Gober- dor, ni con el que le manda, porque saldrá lastimado, como el

que pone el dedo entre dos muelas cordales, y aunque no sean cor-