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Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote del Mancha Tomo II.djvu/391

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Capítulo XLVI.


CAPÍTULO XLVI.
Del temeroso espanto cencerril y gatuno, que recibió Don Cluijote en el discurso de los amores de la enamorada Altisidora.


DEJAMOS al gran Don Quijote etívuelto en los pensamientos que le había causado la música de la enamorada doncella Altisidora. Acostóse con ellos, y como si fueran pulgas, no le dejaron dormir ni sosegar un punto, y juntá- bansele los que le faltaban de sus medias; pero como es ligero el tiempo, y no hay barranco que le detenga, corrió caballero en las horas, y con mucha presteza llegó la de la mañana. 'Lo cual vis- to por Don Quijote, dejó las blandas plumas, y no nada perezoso se vistió su acamuzado vestido, y se calzó sus botas de camino por encubrir la desgracia de sus medias. Arrojóse encima su mantón de escarlata, y púsose en la cabeza una montera de terciopelo ver- de, guarnecida de pasamanos de plata: colgó el talialí de sus hom- bros con su buena y tajadora espada: asió un gran rosario que con- sigo contino traia, y con gran prosopopeya y contoneo salió á la antesala, donde el Duque y la Duquesa estaban ya vestidos y comq esperándole: y al pasar por una galería estaban á posta esperándo- le Altisidora y la otra doncella su amiga, y así como Altisidora vio á Don Quijote, fingió desmayarse^ y su amiga la recogió en sus faldas,'4y con gran presteza la iba á desabrochar el pecho. Dortf Quijote que lo vio, llegándose á ellas, dijo: — Ya sé yo de qué pro- ceden estos accideptes. — No sé yo de qué, respondió la amiga, por- que Altisidora es la doncella mas sana de toda esta casa, y yo nun- ca la he sentido un ay en cuanto ha que la conozco: que mal hayan cuantos caballeros andantes hay en el mundo, si es que todos son desagradecidos: vayase vuesa merced, señor Don Quijote, que no volverá en si esta pobre niña en^tanto que vuesa merced aquí es- tuviere. A lo que respondió Don Quijote: — Haga vuesa merced,

señora, que se me ponga un laúd esta noche en mi aposento, que