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Capítulo I.

que se le olvidó poner lo que Sancho hizo de aquellos cien escudos que halló en la maleta en Sierra Morena, que nunca mas los nom- bra, y hay muchos que desean saber qué hizo dellos, ó en qué los gastó, que es uno de los puntes sustanciales que faltan en la obra. Sancho respondió:-Yo, señor Sanson, no estoy ahora para poner- me en cuentas, ni cuentos, que me ha tomado un desmayo de estó- mago que, si no le reparo con dos tragos de lo añejo, me pondrá en la espina de Santa Lucía: en casa lo tengo, mi oislo¹ me aguarda, en acabando de comer daré la vuelta, y satisfaré á vuesa merced y a todo el mundo de lo que preguntar quisieren, así de la pérdi- da del jumento, como del gasto de los cien escudos: y sin esperar respuesta, ni decir otra palabra, se fué á su casa.-Don Quijote pi- dió y rogó al Bachiller se quedase á hacer penitencia con él. Tu- vo el Bachiller el embite, quedóse, añadióse al ordinario un par de pichones, tratose en la mesa de caballerías, siguióle el humor Car- rasco, acabóse el banquete, durmieron la siesta, volvió Sancho y renovóse la plática pasada.

1 Esto es, mi muger. Véase Parte 1, tom. I, cap. VII, pág. 39.