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Don Quijote.

De ese Sancho tu escudero,
Las entrañas sean tan tercas
Y tan duras, que no salga
De su encanto Dulcinea.
De la culpa que tú tienes,
Lleve la triste la pena:
Que justos por pecadores
Tal vez pagan en mi tierra.
Tus mas finas aventuras
En desventuras se vuelvan,
En sueños tus pasatiempos,
En olvidos tus firmezas.
Cruel Vireno, fugitivo Eneas,
Barrabas te acompañie, allá te avengas.
Beas tenido por falso,
Desde Sevilla á Marchena,
Desde Granada hasta Loja,
De Londres á Ingalaterra.
Si jugares al reinado,
Los cientos, 6 la primera,
Los Reyes huyan de tí,
Ases, ni sietes no veas.
Si te cortares los callos,
Sangre las heridas viertan,
Y quédente los raigones,
Si te sacares las muelas.
Cruel Vireno, fugitivo Eneas,
Barrabas te acompañe, allá te avengas.

En tanto que de la suerte que se ha dicho se quejaba la lastima- da Altisidora, la estuvo mirando Don Quijote, y sin responderla pa- labra, volviendo el rostro á Sancho, le dijo:-Por el siglo de tus pa- sados, Sancho mio, te conjuro, que me digas una verdad: dime, ¿lle- vas por ventura los tres tocadores y las ligas que esta enamorada doncella dice? A lo que Sancho respondió:-Los tres tocadores sí llevo: pero las ligas, como por los cerros de Ubeda. Quedó la Du- quesa admirada de la desenvoltura de Altisidora, que aunque la te- nia por atrevida, graciosa y desenvuelta, no en grado que se atre- viera á semejantes desenvolturas: y como no estaba advertida des-

ta burla, creció mas su admiracion. El Duque quiso reforzar el