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Don Quijote.

te alabarás de firme enamorado: el pastor Carrascon de desdeña- do, y el Cura Curiambro de lo que él mas puede servirse, y así an- dará la cosa que no haya mas que desear. A lo que respondió San- cho:-Yo soy, señor, tan desgraciado, que temo no ha de llegar el dia en que en tal ejercicio me vea. ¡O qué polidas cucharas ten- go de hacer cuando pastor me vea! ¡Qué de migas, qué de natas, qué de guirnaldas y qué de zarandajas pastoriles! que puesto que no me grangeen fama de discreto, no dejarán de grangearme la de ingenioso. Sanchica mi hija nos llevará la comida al hato. ¡Pe- ro guarda! que es de buen parecer, y hay pastores mas maliciosos que simples, y no querria que fuese lana volviese trasquila- da: y tambien suelen andar los amores y los no buenos deseos por los campos, como por las ciudades, y por las pastorales chozas, co- mo por los reales palacios, y quitada la causa se quita el pecado, y ojos que no ven corazon que no quiebra, y mas vale salto de mata que ruego de hombres buenos.-No mas refranes, Sancho, dijo Don Quijote, pues cualquiera de los que has dicho basta para dar á en- tender tu pensamiento: y muchas veces te he aconsejado que no seas tan pródigo de refranes, y que te vayas á la mano en decirlos, pero paréceme que es predicar en desierto, y, castígame mi ma- dre y yo trompógelas.-Paréceme, respondió Sancho, que vuesa merced es como lo que dicen: Dijo la sarten á la caldera, quítate allá ojinegra. Estáme reprendiendo que no diga yo refranes, y en- sártalos vuesa merced de dos en dos.-Mira, Sancho, respondió Don Quijote, yo traigo los refranes á propósito, y vienen cuando los di- go como anillo en el dedo; pero tráeslos tú tan por los cabellos, que los arrastras y no los guias: y si no me acuerdo mal, otra vez te he dicho, que los refranes son sentencias breves sacadas de la espe- riencia y especulacion de nuestros antiguos sabios, y el refran que no viene á propósito, antes es disparate que sentencia. Pero dejé- monos desto, y pues ya viene la noche, retirémonos del camino real algun trecho, donde pasaremos esta noche, y Dios sabe lo que será mañana. Retiráronse, cenaron tarde y mal, bien contra la vo- luntad de Sancho, á quien se le representaban las estrechezas de la andante caballería usadas en las selvas y en los montes, si bien tal vez la abundancia se mostraba en los castillos y casas, así de Don Diego de Miranda, como en las bodas del rico Camacho y de Don Antonio Moreno; pero consideraba no ser posible ser siempre de dia, ni siempre de noche, y así pasó aquella durmiendo y su amo velando.

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