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ANTÓN P. CHEJOV
Lubova.

Es hora de partir... Y mañana tomaré el tren para el extranjero.

Pitschik. (Emocionado.)

Estas cosas... (Se va y vuelve...) Daschinka me encarga que la salude a usted muy cariñosamente. (Parte.)

Lopakhin.

¿Qué la preocupa a usted?

Lubova.

Dos cosas me preocupan: Firz, que está enfermo; luego, Varia. Es una muchacha laboriosa, madrugadora, fiel. Su aspecto no me gusta. Está pálida. Enflaquece de día en día... (Pausa.) Está como un pez que le han sacado del agua. (A Lopakhin.) Yo contaba casarla con usted. (Ania y Carlota, obedeciendo a un signo de Lubova Andreievna, salen de la habitación.) Sé que ella le quiere; y usted la quiere también... No comprendo lo que ocurre.

Lopakhin.

Yo la quiero también; es exacto. No comprendo tampoco lo que ocurre... en verdad... Esto es ridículo. Si tuviéramos tiempo, yo estoy dispuesto a zanjar el asunto en seguida.