Página:El jardín de los cerezos.djvu/184

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
180
ANTÓN P. CHEJOV

importante, vuelve la espalda y se retira a una habitación. Dormido que hubo la siesta, los remordimientos le asaltaban. Avergüenzase de haberse comportado así ante su mujer, ante su hijo, ante Amfisa Ivanova, y hasta teme acordarse de la escena acaecida poco antes. Pero tiene demasiado amor propio y le falta valor para mostrarse sincero, limitándose a refunfuñar.

Al despertar, al día siguiente, siéntese muy bien y de buen humor, se lava silbando alegremente. Al entrar en el comedor para desayunarse, ve a Fedia, que se levanta y mira a su padre con recelo.

—¿Qué tal, joven?—pregunta Gilin, sentándose—. ¿Qué novedades hay, joven? ¿Todo anda bien....? Ven, chiquitín, besa a tu padre.

Fedia, pálido, serio, acércase y pone sus labios en la mejilla de su padre. Luego retrocede y torna silencioso a su sitio.