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ANTÓN P. CHEJOV
Gaief.
Sí: es un objeto inanimado. ¡Oh, mi querido armario de edad venerable! Yo saludo tu existencia centenaria. (Lo palpa con cariño.) Yo saludo tu vejez robusta. Tú has sido útil a mis ascendientes, y tú nos vives como en tu primera juventud. Tú eres un amigo.
Lopakhin.
Sí...
Lubova. (A Gaief.)
Idealista, sentimental; eres siempre el mismo.
Lopakhin. (Mirando su reloj.)
Debo irme...
Yascha.
(Ofreciendo una pildora a Lubova Andreievna.)
¿Tomará usted en seguida sus píldoras?
Pitschik.
No hay que tomar medicamentos, mi querida amiga... No hacen ni daño ni provecho... ¡Vengan esas píldoras...! (Se apodera de ellas, las estruja entre sus manos, reduciéndolas a polvo, que absorbe, con acompañamiento de un trago de agua.)¡... Así!