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EL JARDÍN DE LOS CEREZOS
Varia. (Suplicante.)

¡Tío!

Ania.

¿Otra vez? ¡Tío, tío...! (Tranquilidad, silencio. Malestar latente. Firz balbucea confusamente no se sabe qué. Ruido misterioso en el aire; como el son de una cuerda que se rompe.)

Lubova.

¿Qué es eso?

Lopakhin.

No sé.

Lubova. (Con sobresalto.)

Es desagradable.

Firz.

La víspera de la desgracia, ya saben cuándo digo, la víspera de la liberación de los mujiks, se produjo el mismo fenómeno. Hubo más: el buho gritó; el samovar hirvió con un ruido extraño.