Página:El juguete rabioso (1926).djvu/93

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
85
ROBERTO ARLT

trapo del bulto. Yo al volver los ojos ví unos carbones encendidos en el brasero. Y en aquel brevísimo intervalo pensé:

—Eso es...— y sin vacilar, cogiendo una braza, la arrojé a un montón de papeles que estaba a la orilla de una estantería cargada de libros, mientras doña María se ponía a caminar.

Después don Gaetano hizo girar la llave del conmutador, y nos encontramos en la calle.

Doña María miró el cielo constelado.

—Linda noche... va a helar...— Yo también miré a lo alto.

—Sí, es linda la noche.

Mientras Dio Fetente dormía, yo, incorporado en mi yacija, miraba el círculo blanco de luz que por el ojo de buey se estampaba en el muro desde la calle.

En la obscuridad yo sonreía libertado... libre... definitivamente libre, por la conciencia de hombría que me daba mi acto anterior. Pensaba, mejor dicho, no pensaba, añudaba delicias.

—Esta es la hora de las "cocottes".

Una cordialidad fresca como un vaso de vino, hacíame fraternizar con todas las cosas del mundo, a esas horas despiertas. Decía.

—Esta es la hora de las muchachitas... y de los poetas... pero que ridículo soy... y sin embargo yo te besaría los piés Vida, si yo te besaría los piés.

—Vida, Vida, que linda que sos Vida... ¡ah! ¿pero vos no sabés? yo soy el muchacho... el dependiente... sí, de don Gaetano... y sin embargo yo amo todas las cosas más hermosas de la Tierra... quisiera ser lindo y genial...