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EL NIÑO DE NIEVE
«Hurí de los negros ojos
en cuya lumbre me abraso,
vivo por lo que deseo,
y muerto por lo que callo;
de su silencio la cárcel
romper intenta mi labio
y ayuda vengo á pedirte
más rendido que postrado.
A las nueve de esta noche,
de las sombras al amparo,
penetraré en tus jardines
que conozco palmo á palmo:
una respuesta, un suspiro,
y si tal ventura alcanzo
á tí volará dichoso
Hasan, tu amigo y tu esclavo.»
Besó Ned-Yuma la carta
que puso en secreto armario,
de la que arrojara al suelo
cortó la página en blanco;