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Y ANTI-MAQUIAVELO.

rioso de los Romanos y por los otros estados de la Grecia, solamente tuvo un corto número de enemigos interiores que contener durante el peligro; y de este modo pudo con facilidad defender su patria y su estado; pero ciertamente hubiera sido muy contrario el éxito, habiendo tenido al pueblo por enemigo.

En vano se opondría a mi opinion el manoseado proverbio que dice: Contar con el pueblo es lo mismo que escribir en el agua. El dicho podrá ser cierto respecto a un ciudadano que lucha con enemigos poderosos o contra la opresion de los majistrados, como sucedió a los Gracos en Roma, y a Gregorio Scali en Florencia; pero a un príncipe que no le falta valor y cierta maña, que, lejos de abatirse cuando la fortuna le es contraria, sabe, tanto por su firmeza como por las disposiciones acertadas que toma, mantener el órden en sus estados, jamás le pesará de haber podido contar con el afecto del pueblo.

Un príncipe corre a su ruina cuando quiere llegar a ser absoluto, especialmente si no gobierna por sí mismo; porque entonces depende de aquellos a quienes ha confiado su autoridad, los cuales, o rehusan obedecerle al primer movimiento que se deja sentir, o tal vez se sublevan contra él; y en este caso no es ya tiempo de pensar en hacerse absoluto, lo uno, porque no sabrá de quien fiarse, y lo otro porque ciudadanos y súbditos estan acostumbrados todos a obedecer a los majistrados, y no se acomodarían a reconocer otra autoridad. Es tanto mas embarazosa la situacion del príncipe en tales circunstancias, cuanto que no puede servirle de regla el estado que tienen las cosas en los tiempos ordinarios, y cuando todos sin cesar tienen que recurrir a su autoridad; porque entonces no hay nadie que no se reuna presurosamente a él, y que no se manifieste dispuesto a morir en su defensa, como que se halla lejos la muerte de que se habla; pero durante los reveses de la fortuna, presentándose la ocasion oportuna de prestar tan oficioso servicio, esperimenta el príncipe de parte del pueblo, y demasiado tarde por su desgracia, que aquel ardor era poco sincero: esperiencia tanto mas triste y peligrosa, cuanto que suele hacerse dos vezes.

Un príncipe sabio debe, por consiguiente, conducirse de modo que en todo tiempo y en cualquier trance estén persuadidos sus súbditos de que le necesitan y no pueden pasar sin él; esta será siempre la mejor garantía del celo y de la fidelidad de los pueblos.

Exámen.

No hay sentimiento mas inseparable de nuestro ser que el sentimiento de la libertad. Desde el hombre mas culto hasta el mas bárbaro, todos estan igualmente poseídos de esta natural aspiracion; porque, así como nacemos sin cadenas, del mismo modo deseamos vivir sin que nos opriman ni tiranizen. Este espíritu de independencia y de arrogancia ha producido muchos grandes hombres en el mundo, y ha dado lugar a la formacion de los gobiernos republicanos, que, estableciendo la igualdad entre los hombres, les recuerda en cierto modo su primitivo estado.

Este capítulo contiene buenas máximas políticas para aquellos que logran subir a la cumbre del poder por el libre consentimiento de los jefes de una república, casi es este el solo caso en que Maquiavelo nos permite ser probos y virtuosos. Pero desgraciadamente este caso no llega nunca, porque los republicanos, zelosos con esceso de su libertad, desconfían de todo cuanto puede menoscabarla, y se alarman a la sola idea de monarquía. Pueblos se han visto en Europa que han sacudido el yugo de sus señores para gozar de su independencia y libertad; pero aun no sabemos de pueblo alguno que haya pasado voluntariamente del estado libre al estado de servidumbre.