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Respondi con aplomo:

—Señora, lo que tengo que decirles vale la pena de privarse de una hora de sueño. ¿Quieren ustedes estar en libertad dentro de tres dias?

¡Pero, caballero, si mañana lo estaremos, o Inglaterra habrá dejado de ser Inglaterra! Dimitri ha debido advertir a mi hermano hacia las cinco: mi hermano ha visto a nuestro representante a la hora de comer; se han dado órdenes antes de la noche; los gendarmes están en camino, por más que diga el corfiota, y quedaremos en libertad por la mañana para el desayuno.

No nos hagamos ilusiones: el tiempo apremia.

No cuento con la gendarmeria; nuestros vencedores hablan de ella con demasiada despreocupación para temerla. Siempre he oído decir que, en esta tierra, cazador y caza, gendarmes y bandidos, formaban entre si una familia bien avenida. Supongo, a lo más, que envien algunos hombres en socorro nuestro. Hadgi—Stavros los verá venir y nos arrastrará, por caminos extraviados, a otra guarida. Tiene la comarca en la punta de los dedos; todas las rocas son cómplices suyos; todos los matorrales, aliados; todos los barrancos, encubridores. El Parnés está por él, contra nosotros: ¡es el Rey de las montañas!

¡Bravo, caballero! Hadgi—Stavros es Dios y usted es su profeta. Se sentiría conmovido si escucha se con qué admiración habla usted de él. Ya habia yo adivinado que era usted amigo suyo, viendo cómo le daba a usted 'golpecitos en el hombro y con qué .confianza le hablaba. ¿No es él quien le ha sugerido -