to, otro ausente y un tercero herido. Saca sus plazas a concurso. Prométenos que quienes sepan vengarte mejor sucederán a Sófocles, al corfiota y a Basilio.
Hadgi—Stavros sonrió complacido a esta ocurrencia. Acarició la barbilla del muchacho y le dijo:
¡Eres ambicioso, pequeño! ¡Está bien! La ambición es el acicate del valor. ¡Aceptado el concurso!
Es una idea moderna, una idea de Europa; me gusta. Para recompensarte, darás tu parecer el primero, y si encuentras algo bueno, Basilio no tendrá otro sucesor que tú.
Quisiera dijo el muchacho arrancarle algunos dientes al milord, ponerle un bocado en la boca y hacerle correr embridado hasta que cayese de cansancio.
—Tiene los pies demasiado malos; caería al segundo paso. ¡A ver vosotros! Tamburis, Mustakas, Colzida, Milotis; hablad, os escucho.
— Yo — dijo Colzida le rompería huevos hirviendo bajo los sobacos. Ya probé esto en una mujerde Megara, y he pasado un buen rato.
— Yo—dijo Tamburis—lo tumbaria en tierra con un pedrusco de quinientas libras sobre el pecho.
Se saca la lengua y se escupe sangre; resulta bastante divertido.
— Yo— dijo Milotis le echaría vinagre en las narices y le clavaría espinas debajo. de todas las uñas. Se estornuda que es un encanto y no se sabe dónde meter las manos.
Mustakas era uno de los cocineros de la banda.