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Página:El sabor de la tierruca - 2da. edición (1884).djvu/14

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VI
José M. de Pereda

cordancia entre la riqueza y el ingenio. Por no dejar hueso sano al convencionalismo, le ha perseguido y destrozado hasta en esa rutina cursi de que el escritor es un sér esencialmente pobre. Así, en ninguna parte se conoce tan bien á nuestro buen príncipe montañés como en aquellos hospitalarios estados de Polanco, residencia placentera y cómoda, asentada en medio de la poesía y de la soledad campestres, entre los variados horizontes y los paisajes limpios y puros de aquella hermosa costa, que con su ambiente fresco y su templada luz parece ofrecer al espíritu mayor suma de paz, más dulces recreos que ninguna otra región de la península.

Y el buen castellano de Polanco, sectario del absolutismo y muy deseoso de que resucite Felipe II para que vuelva á hacer sus gracias en el gobierno de estos reinos, es el hombre más pacífico del mundo, de costumbres en extremo sencillas, de trato amenísimo, llano y familiar que podría derechamente llamarse democrático. Á veces imagino que, por trazas del demonio, la Humanidad pierde el sentido, que el tiempo se desmiente á sí mismo y nos hallamos de la noche á la mañana en plena situación absolutista. Llevando adelante la hipótesis, imagino que al autócrata se le ocurre una cosa muy natural, y es elegir para primer gobernante al hombre de más ingenio de su partido. Tenemos á Pereda de ministro universal. Pues ya podemos hacer lo que se nos antoje, porque de seguro no nos ha de chamuscar ni el pelo de la ropa, y viviremos en la más dulce de las anarquías.

No sé por qué me figuro que la firmeza de las ideas de Pereda, bien analizada, resultaría más afecta al orden religioso que al político, y no sé, no sé... pero casi podría afirmar que gran parte de aquella intolerancia mordaz, de aquella flagelante y despiadada inquina contra ciertas instituciones desaparecería si el espíritu de nuestro autor no estuviera enviciado y como engolosinado en la observación de los infinitos tipos de ridiculez que sabe ver y calificar como nadie, tipos que él atribuye, con ingeniosa parcialidad, al sistema político dominante en todo el mundo y que en realidad aparecen contenidos en él por lo mismo que el tal sistema abarca la porción más grande de la sociedad... Eso sí, hombre que tenga en grado más alto la facultad de ver lo cómico y todos