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Página:El sabueso de los Baskerville (1909).djvu/136

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yo le prometía dejar las cosas como estaban durante tres meses, y me contentaba con cultivar entretanto la amistad de su hermana, sin solicitar su amor. Le prometí esto, y la cuestión quedó arregladaad He aquí aclarado, entonces, uno de nuestros pequeños misterios. Siempre es algo haber tocado fondo, una vez siquiera, en este pantano en que estamos metidos. Ahora sabemos, por fin, qué razones tenía Stapleton para mirar con desagrado al pretendiente de su hermana, aun cuando este pretendiente fuese una persona tan recomendable como nuestro amigo.

Paso, pues, á otro de los hilos que he podido desenredar de la enmarañada madeja: el misterio de los sollozos de la señora Barrymore á deshoras de la noche, estrecharnente ligado al de las excursiones secretas de su marido á la ventana del Oeste. Felicíteme, mi querido Holmes, y hágame saber que como agente suyo no he defraudado sus esperanzas, que no se arrepiente usted de la confianza que ha puesto en mí al enviarme acă.

Porque todas estas cosas han sido puestas en claro en una sola noche de trabajo.

Digo en una sola noche de trabajo, pero lo cierto es que han sido dos noches; aunque en la primera, anteanoche, no pusimos absolutamente na da en claro. Esa noche estuvimos velando con sir Enrique en el cuarto de éste hasta cerca de las tres de la mañana, pero no llegó á nuestros oídos rumor alguno, salvo el campanilleo armónico del reloj de la escalera... Aquella fué una vigilia más que melancólica, y que terminó quedándonos los dos dormidos en nuestras sillas. No nos desalentamos, y al día siguiente resolvimos probar otra