no me alcanzaba la torta
y a buscarla me fui yo.
—¡Ah... enentonces... si es así!...
¿No me das uno pa mí?
—Y vos a mís ¿qué me das?
—Si querís un mate...
—Sí.
—Te lo viá cebar ahorita.
—Pero con mucho cuidau,
que no te daré nadita
si me lo ofreces choriau.
—Mirá si no lo hago bien.
—¡Así me gusta, cholita!...
—¿Vos lo conocés, Canuto,
al chinito Belisario?
—Ando por too el vecindario
¿y no lo viá conocer?
—Cuando lo güelvas a ver
decile que no sea bruto,
¿querís?
—¿Qué t'hizo ese otario,
si es que se puede saber?
—Todos los días m'embroma
cuando a la compra me mandan.
Me hace morisqueta y dice
que tengo cara de pánfila;
o si no me arranca el pelo,
o me pega una patada.
Yo a tatita se lo he dicho,
¡pero qué!... ¡Como si nada!
Ayer pasé y me tiró
una papa en la cabeza.
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