nada. Se puede afirmar con toda certidumbre que el gran pintor de mañana, no imitará a nadie directamente; pues si imitase a alguien, no aportaría personalidad alguna, no sería un gran pintor. Interrogad la historia del arte.
Aconsejo a los socialistas demócratas que me parecen con deseos de criar a artistas para su propio uso, que alisten algunos centenares de obreros y les enseñen el arte como se enseña en el colegió el latín y el griego. Así tendrán, al cabo de cinco o. seis años, gentes que les harán precisamente cuadros concebidos y ejecutados a su gusto y semejantes unos a otros, testigos de una simpática fraternidad y de una loable igualdad. Entonces la pintura contribuirá en gran parte al perfeccionamiento de la especie. Pero que los socialistas demócratas no cifren esperanza alguna en los artistas de genio libre y educados fuera de su pequeña iglesia. Podrán encontrar uno que sobre poco más o mnenos les convenga; pero aguardarán mil años antes de poner la mano sobre un segundo artista semejante al primero. Los obreros que nosotros hacemos nos obedecen y trabajan a nuestro antojo; pero los obreros que Dios hace no obedecen más que a Dios y trabajan a gusto de su carne y de su inteligencia.
Conozco que Proudhon querría atraerme ha-