es mi familia, sino D. Narciso Verdaguer y Callís, autor, á lo que parece, del artículo), quienes precisamente le quieren de un modo entrañable, hasta el extremo de hacerme prender por los agentes de policía!
Dice que me dejé sacar del bolsillo cantidades fabulosas: todo el mundo sabe que jamás las tuve, ni mucho menos, y que en casa López nunca manejé yo la llave de la caja.
Si alguna cantidad más que regular entregué, fué, como es natural, con beneplácito, si no por disposición del marqués: y tanto de unas como de otras estoy dispuesto á responder ante él mismo ó ante el tribunal.
No habría grandes deseos de pagar mis deudas cuando por la suma de 300 duros se dejó que me embargaran todos mis libros y publicaciones, incluso La Atlántida, honrada con el nombre de D. Antonio López, no obstante haberlo escrito con tiempo á su hijo, que no me contestó, y al señor Obispo.
La virtuosa y santa familia á que se refiere, no me puede explotar por la sencilla razón de que no soy materia explotable, ya que nada tengo, ni la limosna de la misa. No me explota: me ampara cuando me echan; me protege cuando me atacan; me salva cuando me quieren perder. Las demás ridiculeces y malignas afirmaciones, que por el veneno que llevan se adivina la procedencia, no merecen respuesta.
Un favor me dispensa el articulista, y consiste en haber patentizado lo que yo afirmaba ya en mi primer comunicado, ó sea que dichos amables señores de tanto como me estiman quisieran encerrarme por falto de juicio. A los que han tenido esta desgracia se les ata ó se les encierra, pero no se les castiga, porque el castigo supone la libertad y ellos no la tienen. Es así que la autoridad eclesiástica de Vich me acaba de castigar quitándome la misa por desobediencia (aunque motivada de sobras por temor grave, melus gravis que disculpa en algunas ocasiones). Luego, según la misma autoridad y diocesano de Vich, no tengo la razón empañada.